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jueves, 16 de abril de 2009

•Elegía romántica•




¿Cómo eres sin mi amor?
Aquella luz codiciosa de su propia hermosura
Y ese viento o delirio de muy ardiente sangre
Y soledad confundida por un amado sueño,
Sin mi amor, ya no eres.
Una voz oscura te ciñe la garganta
Y arrastra aristas grises de esa risa amarilla
Dos alas de niebla son tus párpados.

Mi luz, la sombra aún vive de figuras de fuego,
Pero no sueñes alboradas de gaviotas,
No pienses en el caliente rumor
De un jardín de azafrán que ha encendido la tarde,
Sólo existe para siempre un amor que nos hiere
Y el gris devora lento la carne todos los días.

Como tú, nadie olvida. Las antiguas violetas
Escuchan aún caer las blancas lluvias.
Tal en un aire vagan de nostalgia
Un color hecho aroma, un prado alzado a ojos,
Nube o mirada de otra tarde lenta.

Mira: el polvo rehace las violetas
Y los inviernos que sueñan las violetas.
Nadie quiere mortajas, nadie pide silencios
En que el estéril hielo queme forma y pupila.
Oye, amor. ¿Me oyes? También el aire sueña
Pechos en que morir, por que la sangre aliente.
También el amor muere, mortal mantenimiento,
Por que el hombre no olvide su sonrisa de niño.
Oye, amor. ¿Me oyes? Nadie como tú olvida.
Destruye el tiempo verde, desuella mi esperanza
Pero vive y existe en el resplandor del día.
Deja que en ti apacienten mis ojos sus heridas
Deja que en ti se muera mi soledad divina.
Oyes, amor, esa música que gime la penumbra:
En un río de agujas y un clavel deshojado.
¿¿¿Por qué tu nombre suena en esta noche seca
Como un rio de agujas y un clavel exprimido?

Las lágrimas tambien se secan: hoy lo he sabido.
Con el amor hay que morir a solas.



Roque Esteban Scarpa.

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